El Jade es un mineral que contiene jadeíta (translúcida) y/o nefrita (cremoso). Es un símbolo de pureza y serenidad desde la antigüedad. Es una piedra limpiadora que facilita las funciones corporales de filtración y eliminación. El nombre del jade en latín es “lapis nephriticus” que significa piedra del riñón, debido a que era considerada efectiva para el alivio de las dolencias renales, de ahí que los mayas le concedieran propiedades curativas. Psicológicamente estabiliza la personalidad e integra la mente y el cuerpo. Favorece la liberación emocional, especialmente la irritabilidad. Protege frente a presiones externas y agresivas, otorga equilibrio interior. Fomenta la autorrealización, la vitalidad, calma y equilibra el sistema endocrino. Estimula el sistema nervioso y favorece el equilibrio hídrico, mineral y ácido/básico del organismo. Antiguamente se decía que el jade fomenta la fertilidad y ayuda en los partos. Ha sido adorada durante siglos por diferentes culturas primigenias, como piedra de conexión con los dioses y diosas.